¿Cómo se construye la paranoia?
Con
paciencia.
Con la misma arquitectura que la carcasa de una novela,
sólo que hay otras cuestiones en juego. La novela tiene un orden que
hay que trabajar, el delirio paranoide crece solito, como el cardo en
un cantero descuidado o la enredadera en la pared húmeda de una casa
abandonada.
En la novela hay demasiadas normas que
respetar; la paranoia es pura fantasía sin borde, en donde todo,
absolutamente todo, cuadra y calza como una zapato en el pie que va.
Las historias viejas, los viejos
motivos, todo aquello que creimos arrumbado en el olvido de algún
consultorio psicoanalítico, reviven con la fuerza de un ciclón,
brotan de las llamas como un demonio recién nacido.
Es cuando el delirio toma cuerpo, es
sólo entonces, cuando entendemos el verdadero alcance de lo que las
ficciones significan.
Porque, ¿qué son las ficciones, sino
realidades confeccionadas a medida?
Como un sastre que cose para su
cliente, el paranoico dibuja el molde de su vida.
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