viernes, 14 de diciembre de 2012

¿Cómo se construye la paranoia?

Con paciencia.
Con la misma arquitectura que la carcasa de una novela, sólo que hay otras cuestiones en juego. La novela tiene un orden que hay que trabajar, el delirio paranoide crece solito, como el cardo en un cantero descuidado o la enredadera en la pared húmeda de una casa abandonada.
En la novela hay demasiadas normas que respetar; la paranoia es pura fantasía sin borde, en donde todo, absolutamente todo, cuadra y calza como una zapato en el pie que va.
Las historias viejas, los viejos motivos, todo aquello que creimos arrumbado en el olvido de algún consultorio psicoanalítico, reviven con la fuerza de un ciclón, brotan de las llamas como un demonio recién nacido.
Es cuando el delirio toma cuerpo, es sólo entonces, cuando entendemos el verdadero alcance de lo que las ficciones significan.
Porque, ¿qué son las ficciones, sino realidades confeccionadas a medida? 
Como un sastre que cose para su cliente, el paranoico dibuja el molde de su vida.

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